lunes, 9 de mayo de 2011

El elefante nunca olvida (al Chavo del Ocho)

El elefante nunca olvida
(al Chavo del Ocho)

Desde Beethoven hasta Jean-Jacques Perrey, desde Roberto Gómez Bolaños hasta Kronos Quartet

Varias correcciones debería hacerle a este viejo texto sobre la música de El chavo del ocho, sobre todo porque con el tiempo he ido sabiendo más datos. Pero lo traslado de mi blog personal a éste porque considero que aquí va mejor por su temática. Antes del texto, por ejemplo, me gustaría hacer un link con un post de Taringa muy bueno de alguien que ha buscado por muchos años la música de esta serie, y que ya ha encontrado algunas de tantas que musicalizaron la infancia de muchos.

http://www.taringa.net/posts/musica/6810094/El-Chavo-del-Ocho-Original-Soundtrack-Score-Nunca-Editado.html

Mi vieja, actual y siempre mayor pasión por la música proviene de los bajos fondos de las telenovelas, comerciales y series vistas desde la niñez, casi siempre, más que interesado en seguir tramas, justamente en el perpetuo anhelo de escuchar unos segundos más de los temas incidentales que se repetían como leitmotiv de situaciones o personajes. Una utilización así de la música, en el ámbito ya más serio del llamado cine de autor, lo he visto, con sorpresa, sólo en el primer Peter Greenaway, cuando su músico de cabecera era Michael Nyman. De música como la hecha por Jean-Michel Jarre, Vangelis, Tangerine Dream, Pink Floyd, Peter Seiler, Rainer Bloss, Klaus Schulze, etc, el conocimiento de Wim Mertens, Preisner (en la filmografía de Kieslowski) y sobre todo de Nyman, me llevó a perder ciertos prejuicios adolescentes contra violines, pianos y demás instrumentos recurrentes en la música académica y a dar el paso hacia solos, piezas de carácter, estudios, cuartetos, poemas sinfónicos y sinfonías. Sólo fue cuestión de tiempo y esmerada paciencia. La ópera me sigue quedando lejana.
Por decir lo menos, me pareció curioso saber de un hecho más, que acaso mi paranoia me lleva a ver como un nuevo añadido a la ya de por sí compleja y retozante identidad mexicana —incluso, tal vez, a algún recóndito punto de la historia de México (aunque de seguro estas cosas, que otros llamarían tropelías, han ocurrido en todo el mundo). Se trata de esos aspectos que pocos mencionan, o quizás de los que pocos se percatan, y no sé por qué, ya que su notoriedad está a plena luz del día. Esta vez, el asunto incidió en lo que podría ser el segundo himno nacional mexicano, o, cuando menos, uno de los temas instrumentales que cualquier mexicano identifica como una pieza musical muy suya, sin serlo, y cuyo origen termina por resultar accidentado.
Para nadie es un secreto que, del mismo modo que se ve bien decir que alguien lee —por cierto— a Roberto Bolaño, muchos mexicanos han encontrado un puesto de fácil intelectualismo al criticar de idiotas los programas creados por Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, quien, en palabras del fallecido dramaturgo y novelista Víctor Hugo Rascón Banda, hace años, era el escritor que más ingresos aportaba a la SOGEM. Muchos encuentran una especie de alegoría de la identidad mexicana (y no sólo) en buena parte del exitoso legado de Roberto Gómez Bolaños, Chespirito. De más está decir, como se sabe, que el nombre «Chespirito» proviene de una peculiar pronunciación de Shakespeare: un Shakespeare chiquito, de donde derivan tantas otras palabras, nombres e interjecciones que recurren a la muy mexicana «ch», tales como Chapulín Colorado, Chimoltrufia, Chómpiras, Los Chifladitos, Chaparrón Bonaparte, El Doctor Chapatín, Chilindrina, chiripiorca, ¡chusma-chusma!, chanfle, chipote chillón, chicharra paralizadora y, por supuesto, El Chavo del Ocho. ¿El Shakespeare mexicano, entonces? Chiquito, chulo (chale, chela, chile, cholo) y, por supuesto, chingón, cuyos programas se repiten cual chipichipi en el momento y a la hora menos pensados, aún hoy. Entre algunos dramaturgos, las cualidades en cuanto a construcción dramática de estos programas está fuera de discusión. En talleres literarios he conocido aspirantes a escritores que no saben manejar ni siquiera estos elementos básicos de la construcción de personajes.
Pero creo otro filón donde podemos hallar una especie de alegoría de la identidad mexicana, al menos en lo relacionado con la apropiación popular de un tema musical que lleva años escuchándose, entre todos los avatares involucrados en la historia creada por Roberto Gómez Boñalos, es en el curioso caso del tema musical del Chavo del ocho. Pocos saben que este tema fue creado no por Roberto Gómez Bolaños ni por ningún miembro de su equipo, sino por el francés Jean Jacques Perrey, y que se llama en realidad The elephant never forgets, del disco Moog Indigo (1970), que, a su vez es un remake, a lo Isao Tomita, de la Turkish March de The Ruins of Athens, Op. 113 (1811) de Ludwig van Beethoven; y, lo más curioso, que ha sido incluido en el disco «Lo nuevo» (2002, nominado, según supe, para un Grammy) del famoso Kronos Quartet, con el nombre Chavosuite, donde se recogen diez de los más inconfundibles temas musicales mexicanos (Sensemayá de Silvestre Revueltas, algo de Agustín Lara y Café Tacuba, entre otros), y ahí el crédito del tema de Jean-Jaques Perrey, tomado de Beethoven, le es dado a Roberto Gómez Bolaños. Ignoro si Gómez Bolaños enfrentó alguna vez, entre tantas otras, una demanda de Perrey por haber usado con tanta resonancia y, supongo, ningún pago por derechos de autor tal tema. No sé cómo se las arregló Televisa en lo relacionado con la música de estas series en la colección de dvd que sacó; acaso, como pasó en el dvd de Cuna de lobos, superpuso un ruido, más que música, a los temas originales (ahora sabemos que se usó principalmente un tema de librería de Axel Simone, entre otros, como Telesis de Dwight Mikkelsen), o creó aposta una versión libre y light de Beethoven y Perrey (o las tomó de las muchas que ofrecen las producciones de Library Music, porque ahora sabemos que en los programas de Chespirito se usó mucha música de este tipo). El tema incidental de Axel Simone en el dvd de Cuna de lobos tuvo una función de "eraser" o borrador sobre los incidentales originales, lo cual le da un estatuto especial de "supraincidental", digamos. Nadie quedó contento con esta vía de solución: no sólo los seguidores empedernidos de Cuna de lobos, que vieron con horror cómo era acallada la música original, sino también quienes no se fijan en musicalizaciones, ya que en varias escenas incluso los parlamentos se vuelven incomprensibles por este hacinamiento musical.
Quizás el uso de The elephant never forgets estuvo amparado por los pocos segundos empleados, lo que, según he sabido, sí está permitido, en música, en cuanto a derechos de autor. Aunque, al parecer, en el disco de Kronos Quartet viene acreditada incluso Doña Florinda (sic) como una de las voces que aparecen en el track, que combina el tema de entrada de El Chavo del Ocho con temas de canciones esta vez sí compuestas por Gómez Bolaños, como La vecindad del Chavo y Qué bonita vecindad; también aparece como de su propiedad intelectual El Chapulín Colorado, debe de ser sólo uno de los tantos temas instrumentales que se usaron en este otro programa, pues, aparte de que en cierta época el tema de salida de El Chapulín Colorado era ni más ni menos que Baroque Hoedown, del mismo Jean-Jacques Perrey (& Kingsley), de su disco Spotlight on the Moog (1967), hay otros temas cuya autoría el sitio http://www.elchavodel8.com/ no ha podido encontrar. Según esta página, en el tema de entrada de El Chapulín Colorado se usaba, junto con otro inidentificado aún, The red sea, de la banda sonora de la película Los 10 mandamientos, compuesta por Elmer Bernstein. Pero, oyéndolo, se trata sin duda de los únicos quince segundos usados —de un tema que dura 2’33’’— para acompañar la aparición salvadora del Chapulín, claro, mientras caía o tropezaba tras gritar «¡Yooh!». Resulta extraño escuchar por vez primera los restantes segundos de una pieza tan conocida desde la infancia.
Un poco (no tanto) más detalladamente, el Chavosuite-gate luce así:
Chavosuite by Ricardo Gallardo
Performer: John Sherba (Violin), Jennifer Culp (Cello), Luna Santaolalla (Voice), Roberto Gómez Bolaños (Voice), Gustavo Santaolalla (Percussion), Gustavo Santaolalla (Toys), Doña Florinda (Voice), Hank Dutt (Viola).
Orchestra/Ensemble: Kronos Quartet.

Supongo que Jean-Jacques Perrey habrá hecho alguna referencia a Beethoven en su disco Moog Indigo, como hace Isao Tomita con, por ejemplo, Pictures at an exhibition, de Mussorgsky. El caso es que la referencia a Perrey en su paso indiscutible por la odisea de Chespirito y su música (la versión usada durante años en El Chavo del Ocho es la suya), ha sido olvidada. Y ninguna de las versiones que he escuchado sobre la Marcha Turca de Beethoven suena como los primeros segundos del kronosquartetiano Chavosuite: es, son sin duda, los primeros segundos de The elephant never forgets, y no los que podríamos escuchar, por ejemplo, en la sublime interpretación del jovencísimo Evgeny Kissin.
Más cosas por el estilo han ocurrido con frecuencia en la historia de la televisión mexicana, aunque aquí sí con pleitos dados a conocer al público. Uno de los casos más sonados e interesantes es el enfrentado por el músico chiapaneco Federico Álvarez del Toro, con su composición El espíritu de la tierra, para marimba y orquesta (1983), que fue tomada sin su autorización y por supuesto sin otorgarle el menor crédito, para musicalizar fragmentos de la telenovela Cuna de lobos, cuyos créditos musicales fueron reconocidos en pantalla únicamente al fallecido Pedro Plascencia Salinas, hijo de Carmen Salinas, quien sí realizó —como también para algunas películas y otros programas de Televisa— el tema de entrada y algunos incidentales, pero no todos. La revista Proceso se dedicó en su momento a investigar el asunto, e incluso sacó una nota, en su edición 557 de 1987, con un encabezado que me parece memorable: «El compositor Álvarez del Toro, víctima de Catalina Creel». En Cuna de lobos, como en tantas otras, se usó sin crédito alguno más música del grupo alemán Tangerine Dream, específicamente fragmentos de su disco Rubycon y Stratosfear, y la lista debe de ser más larga (ahora hemos encontrado por fin el tema "Here come the helicopters", de la película Starman), circunstancia que ha impedido, al ser comercializada la telenovela hace unos años en video y luego en dvd, que se escuche la música originalmente —sic— usada en las escenas, superponiéndole un detestable chirrido monocorde para silenciar el cuerpo sonoro del delito. Haríamos nuestra aquí la gran frase de Catalina Creel cuando mató, en un estacionamiento, al joyero que intentaba revelar la verdad de su ojo sano: «Siempre es una ventaja usar silenciadores». Frases imposibles en la televisión mexicana que, así lo ha reconocido incluso María Rubio, se volvían posibles sólo por el talento del dramaturgo Carlos Olmos, y su actitud carcajeante al ver la catalinofilia que creó.
Algunos otros casos de música usada sin pagar derechos de autor ni poner los debidos créditos, son los siguientes. Una vieja telenovela de Televisa (Mi segunda madre, 1989) era musicalizada, casi en su totalidad, en los temas incidentales de intriga, suspenso, en los tensos y los de tristeza y ternura, con un solo disco: Daft, del grupo inglés The Art of Noise, y que, al ser vendida la telenovela a Inglaterra, los miembros o representantes de The Art of Noise demandaron a Televisa provocando la suspensión de la teleserie. En otra telenovela, Quinceañera, eran usados algunos temas incluso de Pink Floyd, de Patrick O’Hearn, de Fresh Aire, de Vangelis (según las palabras del musicalizador, Jesús Blanco, eran usados más de 60 discos comerciales). Y en otras se echó mano de —nuevamente— Tangerine Dream, Klaus Schulze, Kitaro, Andy Narell, Jean-Luc Ponty, Spyro Gyra, Andy Summers, Rondò Veneziano, Andreas Vollenweider, Fausto Papetti, Suzanne Ciani, The Alan Parsons Project, Ennio Morricone, David Lanz, Enya y, claro, Richard Clayderman y Yanni).
Recuerdo que fue hasta 1994, con la telenovela Imperio de cristal, cuando algo ocurrió en Televisa, ya que, de la noche a la mañana, o, más bien, de un capítulo al siguiente, toda la música incidental cambió: de temas de Pink Floyd, de Leitmøtiv/NLC (Fréderic Truong, Julien Ash: Drame Cérébral/Angels of Oïkema) y otros, la música incidental estuvo a cargo del mexicano Jorge Alberto Sánchez, y que, a partir de entonces, las telenovelas y los demás programas de Televisa recurren a música especial, si bien algunas telenovelas desde años antes eran musicalizadas con temas compuestos especialmente por músicos mexicanos como Pedro Plascencia, Jorge Avendaño, Denise de Kalafe, José Antonio “Potro” Farías, Amparo Rubín y Guillermo Méndez Guiú, aunque no toda la banda sonora era de ellos, sino que se continuaba recurriendo a los músicos internacionales ya mencionados, y de seguro a otros.
El caso opuesto también se ve: hace poco el director José Dossetti, amigo de Osvaldo Montes, musicalizador de la película El lado oscuro del corazón, de Eliseo Subiela, me prestó unos rústicos discos compactos de música prefabricada para telenovelas que Montes compone con títulos no sólo del tipo «Suspenso», «Intriga», Ternura», sino también otros como «No puedo creerlo», «Finalmente lo has confesado», «¿Qué es ese ruido en la habitación de arriba?», o cosas por el estilo.
Por supuesto, el uso de temas musicales ajenos no es exclusivo de las telenovelas mexicanas. La venezolana y muy famosa Cristal (1985) recurría a gran parte de los músicos enumerados (también de varias películas de la época, como la hecha por Arlon Ober para The incredible melting man, Piero Donaggio para el film The howling y, creo, alguna de Bruce Lee), y no sólo eso: la música era editada de tal forma que fuese siempre repetible, que no finalizase nunca antes de tiempo en escena, se la tomara por el extremo que se la tomara: una parte del soundtrack Ignacio, de música de Vangelis (en cuyo guión participó, por cierto, Carlos Fuentes), es editado de manera que los minutos finales de ese extracto nunca se escuchan, y la música parece volver a iniciar con toda naturalidad en la parte donde el editor decidió que podía ser reconectada (por supuesto, imagino que a esto en edición se le conoce con un término en inglés, casi monosilábico, que ignoro). En Cristal se escuchan en escena a veces hasta cuatro temas incidentales superpuestos, algunos sólo dos o tres segundos, y el repertorio abarca desde los músicos comerciales que he venido mencionando hasta fragmentos de compositores de la llamada música docta o culta, como es el caso del danés Carl Nielsen, del que es usado —sólo para el capítulo de la muerte por accidente de uno de los personajes, y nunca más— un pequeño fragmento del Allegro de su sinfonía No. 4 Op 29, The Inextinguishable, a bastantes minutos transcurridos desde su inicio. Y ni hablar, ya en cualquier telenovela, del uso ocasional de temas de Mozart, del Adagio de Albinoni, de la Marcha Nupcial de Mendelssohn, la Fúnebre de Chopin, el Vals del Emperador de Strauss, la Obertura de La Traviata.
Solía preguntarme si los actores, al verse apoyados en sus dotes histriónicas por semejantes temas, no sentirán en algún instante la tentación de saber —si es que no lo sabían— quién era el autor del tema que catapultaba o dimensionaba sus escenas.
Por cierto, en cuanto a la música que Pedro Plascencia Salinas creó para Cuna de lobos, he sabido que ha enfrentado también problemas de derechos de autor, al grado que, según se cuenta, la madre del músico fallecido, la actriz Carmen Salinas, no ha llegado a arreglos para que pueda ser transmitida ni siquiera ya por Televisa. Muchos fans de esta telenovela han mostrado su enojo en youtube y otras diversas páginas web por el hecho de que la música original haya quedado sepultada bajo ese como sonido hipnótico con que decidieron silenciarla. Hay, en youtube, grupos de fans de Cuna de lobos que se han dedicado a reconstruir algunos temas incidentales y los suben para quien desee escucharlos a placer, sin voces de por medio, dando por supuesto el crédito a su autor.
Sí, en el famoso tema de El Chavo del Ocho olisqueo algún elemento de la muy tangible e intangible (¿inasible?) identidad mexicana.
Sin embargo, sólo algo hay seguro: The elephant never forgets.
Interesados, ver este blog:http://leoysusleonesmusica.blogspot.com/2008/12/beethoven-la-marcha-turca-de-las-ruinas.html
     Pego por último un video con la música -de autor aún, creo, desconocido- que le ponían a Los Chifladitos. Lo extraje de una grabación directa del programa a audio, y luego lo armé.
        Si alguien descubre de quién es este tema, por favor avísenos.

         

6 comentarios:

  1. Excelente trabajo.

    Un saludo, y gracias por destruir mi infancia.

    ResponderEliminar
  2. Excelente trabajo.

    Un saludo, y gracias por destruir mi infancia.

    ResponderEliminar
  3. Estoy de acuerdo con que este post es un excelente trabajo.
    Yo soy un aficionado al rock Progresivo, y en los 70s y 80s era casi imposible para un ninyo como yo conseguir discos de prog, pero constantemente escuchaba en la tele piezas que me ecantaba escuchar, me acuerdo de una cortinilla de canal 13, que usaba un tema de Premiata Forneria Marconi, DeporTV uso por muchos anyos la Fanfarria para el Hombre comun, en version de ELP, y habia un programa de astronomia en el 5 que usaba musica de Tomita.
    Grandes recuerdos.

    ResponderEliminar
  4. Hola no se si me pueden ayudar... saben como se llama la cancion que sale en el episodio "el cumpleaños de don ramon"?? es la cancion q suena cuando don ramon se deprime x q cree q se va a morir... de antemano les agradezco mucho...

    ResponderEliminar
  5. si tienen alguna respuesta x favor escriban o mandenla a mi correo, es : eric_bat@hotmail.com GRACIAS!

    ResponderEliminar
  6. Es la "marcha fúnebre" de Chopin, pero no sé exactamente qué versión sea la que usaron ahí... originalmente es una sonata de piano, pero hay versiones orquestales, y la que se oye en ese capítulo es orquestal... pon en youtube "chopin + funeral + march + orchestral" y nos avisas si das con la usada...

    ResponderEliminar