jueves, 24 de febrero de 2011

La música incidental en las telenovelas

La música incidental en las telenovelas
La importancia social de las telenovelas en América Latina, donde surgieron, y también en algunos países extranjeros es tan discutida como indiscutible. ¿Quién no ha visto alguna vez una? ¿Quién desconoce lo que son? ¿Quién es ajeno a sus estereotipos o no se ha dejado llevar por el melodrama, aunque sea en la infancia o la adolescencia, antes de que se instaurara en la conciencia el suficiente juicio para denostarlas o para continuar viéndolas pese a todo? ¿Quién no ha escuchado mencionar por ejemplo a Catalina Creel?
                Este blog, sin embargo, pretende tocar un asunto poco tratado sobre las telenovelas en general, y, sobre todo, de las telenovelas mexicanas que ha producido Televisa: su música incidental, de fondo o como se prefiera llamarla.
                El compositor español Alejandro Román, quien, entre otras tantas actividades, realizó la orquestación de la música en la película “Los otros” de Amenábar, publicó un interesante libro sobre las características de este tipo de música: “El lenguaje musivisual”. En ese libro espléndido se maneja mucha información, desde el hecho de si la música significa algo o no, si tiene o no referentes externos, etcétera. Con el tiempo tendremos oportunidad de ir citando este libro, uno de los pocos, si no el único, que toca a profundidad esta cuestión.
                La telenovela de Televisa ha sufrido varios cambios en cuanto a su manera de musicalizar: a grandes rasgos, pasó de utilizar grandes y famosos temas clásicos y de películas extranjeras y luego (la etapa que más nos interesa en este espacio) gozó de una fértil temporada en que las historias que veíamos (o escuchábamos desde otra habitación) eran musicalizadas desde Pink Floyd hasta los músicos electrónicos, de new age, jazz o easy listening del tipo Jean Michel Jarre, Tangerine Dream, Ennio Morricone, Alan Parsons Project, Patrick O’Hearn, The Art of Noise, Suzane Cianni, Rondò Veneziano, Vangelis, Jean-Luc Ponty, Mannheim Steamroller, Peter Seiler, entre otros. Es decir, al musicalizador le bastaba tomar el dinero que había sido presupuestado para la música y llegar a una tienda amplia de música de los géneros mencionados y, recordando o leyendo la sinopsis de la telenovela que debería musicalizar, tomando en cuenta el tipo de historia y personajes, buscaba durante horas los temas que podrían servirle como leitmotiv de la villana, los temas de ternura, alegría, amor, tristeza, intriga, suspenso y demás. Dicha música no era acreditada jamás.
                El panorama comenzó a cambiar cuando la telenovela “Mi segunda madre” fue denunciada por el grupo The Art of Noise, en Inglaterra, y sacada del aire, pues toda la música incidental era de ese grupo y nadie se había molestado no ya en pagarles, sino ni siquiera en informarles que su música sería utilizada. Un conflicto que incluso llegó a la revista Proceso fue el que se suscitó entre el compositor chiapaneco Federico Álvarez del Toro y el fallecido Pedro Plascencia Salinas, hijo de la actriz Carmen Salinas, ya que el musicalizador (que es quien pone la música incidental a las escenas y no quien la compone) había tomado algunas de las obras de Álvarez del Toro y las usó para las escenas más sangrientas de la memorable Catalina Creel.
                Me tocó ver en 1994 cómo una telenovela cambiaba de una semana para la otra su música incidental. Fue Imperio de Cristal, donde coincidió en que actuaran María Rubio, Alejandro Camacho y Rebecca Jones. Al personaje de María Rubio le ponían un tema de Pink Floyd, y eran usados también, entre otros, Tangerine Dream e incluso “Leitmøtiv”: un disco independiente francés del compositor y cantante Frédéric Truong. Entró a sustituirla la música del compositor mexicano (ahora residente y activo como compositor en España) Jorge Alberto Sánchez Domínguez, quien haría después música incidental propia para otras telenovelas mexicanas, como Lazos de amor.
                Ahora la música usada en programas y telenovelas es acreditada por fin (empezó a serlo durante los primeros años de la década de 1990), pero dicha música prácticamente es imposible de conseguir. No es comercializada, como sí ocurre por ejemplo en Japón con la música incidental de las caricaturas. Tal vez no existe la demanda suficiente entre el público mexicano, más acostumbrado a la canción, que ésta sí se comercializa hasta la náusea, mientras que los seguidores de la música incidental en México somos invisibles.
                ¿Seguidores de música incidental de telenovelas mexicanas? ¿Existen? Sí. Soy uno de ellos, y gracias a internet he podido entrar en contacto con unos pocos más. El denominador común es quien se interesa por una sola música o por el tema instrumental de entrada de tal o cual telenovela y, obtenido éste, se olvida del asunto; pero también hay algunos que padecemos de la misma manía que los coleccionistas de “soundtracks” o bandas sonoras de películas. Me ha tocado ver, además, cómo algunas personas agradecen al infinito cuando les es revelado el nombre y autor de una música que, pese al transcurrir de los años, no olvidaron jamás.
                Yo tuve en las telenovelas, dadas las características del lugar donde nací, una puerta a la ficción (inexistente en la cotidianidad de mi pueblo) y, sobre todo, a la ficción o abstracción ofrecida por música que sonaba decididamente enigmática. Mis primeros temas “tarareados en la mente” durante años fueron (lo supe mucho después) de Vangelis, Jean Michel Jarre, The Art of Noise y Tangerine Dream. El caso de Jarre me llama mucho la atención, pues mi gusto por la música ha ido madurando hasta pasar después por la música de cine (Nyman-Greenaway, Preisner-Kieslowski, etc) y finalmente la llamada música académica, sobre todo la contemporánea. Esos ruidos que en mi entorno calificaban de inescuchables y hasta de diabólicos (por ejemplo el tema “Ethnicolor” de Jarre) abrevaban de la música electrónica, de la electroacústica y de la francesa música concreta. Jarre fue alumno de Pierre Schaeffer, quien junto con Pierre Henry compondría en 1950 la “Symphonie pour un homme seul”, que me intriga ahora, incluidos los demás trabajos de Schaeffer, y que parece situarse en el centro de un círculo donde conocí antes los trabajos de los alumnos (Jarre, Vangelis, etc) que el de los maestros o principales exponentes (el propio Schaeffer, pero antes Stockhausen, Xénakis, Bruno Maderna, Luigi Nono, Egisto Macchi, Varèse, y, por supuesto, Luigi Russolo, Marinetti y los demás futuristas).
                No abundaré por ahora en más detalles, pero da la impresión de que un puñado de gente llena los paisajes sonoros de su vida con esta música, con lograr por fin el dominio de esta música (lo que significa solamente poder escucharla sin parlamentos, entera, cuando se desee) y, claro, coleccionarla. Es como una labor de arqueología de un secreto anhelado que para la mayoría no pasa de ser una mera curiosidad, en el mejor de los casos.
                Iniciaré este blog poniendo un link a una telenovela cuya música incidental fue del todo decisiva para mí, que durante los meses de su primera transmisión (1989-1990) yo tenía sólo catorce años y un ansia enorme por escuchar esos temas, a los que comencé a nombrar en mi mente como mejor podía (“los elefantes”, “los fierritos”, etc).
               La telenovela "Cuando llega el amor":
           

1 comentario:

  1. Qué buen texto!! Yo también soy fanático de esta música... Ponte en contacto conmigo: diegoleurieux@hotmail.com

    por cierto, viendo tu blog, me enonctré con tu análisis sobre 'La viuda', de PUEBLO CHICO, INFIERNO GRANDE. Yo fui kien subió ese tema, titulado mal... y después encontré q su nombre ra 'Navajo pride'

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